Pensé no hacerlo, estuve seguro de lograrlo; pero no pude. El tema Tula debe ser la mejor forma de medir el alcance de los medios en la población. Si a estas alturas existe una persona que no sabe la historia del gerente y la ex vedette, es síntoma de que (i) no consume medios de comunicación, (ii) o de que estos no llegan adecuadamente a los que “desconocen mayormente” el tan mentado “click”.
Bueno, ahora que ya cumplí con mi misión de agente mediático de actualidad, a lo que iba. La historia de Tula esconde – o mejor dicho, trasluce – esa institución nacional que es la discriminación. No expondré un sermón sobre el tema, porque creo que no soy el más indicado para pontificar al respecto; pero sí puedo cuestionar lo que se dice en contraste con lo que se hace.
El tema Tula, o Tulicienta, es fiel reflejo de un cuento de hadas. Una chica humilde que “de la nada” surge en el vedetismo, luego en la actuación, conducción y trasciende su existencia embarazándose de un gerente de televisión, es la comidilla de cualquiera. Pero ¿por qué? Quizá otro ejemplo sirva de pivote para cerrar la idea.
Con el tema de la cumbre, y sin ahondar en sus logros o derrotas, saltaron a la palestra ciertos comentarios sobre Evo Morales. Puedo diferir con su política, opiniones y amistades, pero no puedo ir más allá porque, quiéralo Santa Cruz o no, fue elegido por mandato popular, e insultarlo es insultar a quienes votaron por él y no tienen cómo contestarnos las ignominias.
Desde que era un “ignorante” hasta que “no sabe vestirse”, brotaban los juicios valorativos de nuestra celebérrima fauna informativa. Está bien, Evo Morales no habla correctamente, puede que eso lo haga un ignorante; no se viste como un lord, pero ¿no son los mismos medios que intentan vender la imagen de que las apariencias empañan la política aquellas que critican un traje presidencial?. Lo que sucede, y es hora de decirlo, es que Evo y Tula son cholos, como usted y como yo, pero con el pecado original de no poder ocultarlo.
Te miro con pena cuando te mueres de frío o se cae tu casa, pero no tengas un hijo con el gerente de mi canal. Te defiendo de los abusos de los poderosos, pero no intentes gobernarme. El día que la doble moral sea erradicada de los medios la prensa, quizá, no sea mejor; pero definitivamente será más honesta.
Editorial del Club de Radio San Marcos
Alcides Hoyos
Director General
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