Al parecer esta pregunta sería muy fácil de responder, pues la Constitución Política avala los derechos de los ciudadanos y sanciona el incumplimiento de la ley. Ahora bien, ese libro que muchos tenemos guardado en nuestras bibliotecas, La Constitución Política del Perú, y que algunas veces sacamos para hacer los trabajos universitarios, nos muestran un país utópico y en pleno estado de derecho, sin embargo, el día a día nos demuestra que en nuestra sociedad, fantástica y llena de ilusión, todavía reina la ley del más vivo.
Bien me decían mis abuelos “desconfía y acertarás”, y parece ser este el camino de supervivencia que un ciudadano debe seguir para no ser presa de todos los males sociales que aún subsisten no sólo en la “tres veces coronada” o simplemente Lima “la horrible”; sino que también, se manifiestan en todo el país. En metrópolis como la nuestra es fácil encontrar situaciones que nos indignan al primer instante, buses que cobran precios injustos, policías corruptos, delincuentes en las esquinas, instituciones desesperadamente burocráticas; en fin, seguramente me estoy olvidando de muchas otras cosas que a más de uno le ha sucedido; aunque mi intención tampoco es generalizar, es lamentable las personas de buen corazón cada vez sean menos.
Cambios? Sí, siempre se hablan de cambios en las estructuras políticas y sociales, pero lo que nadie nos puede explicar es cómo se podrán dar dichos cambios en una sociedad tan corrupta y estratificad como la nuestra. Empezando por arriba, ni el mismo Gobierno se cree lo que tanto pregona: “el boom económico”; o tal vez sí, y es peor aún, el boom económico para las clases altas que desde los inicios de la República no han hecho más que darse la posta en el manejo del Estado. Y cómo no mencionar a los congresistas, pero sólo mencionarlos, porque enumerar los abundantes casos de corrupción que sobre ellos recae implicaría pasarnos escribiendo varias páginas con las “vergonzosas hazañas” protagonizadas por aquellos que se hacen llamar “padres de la patria”.
Si seguimos bajando en esta escala, no será muy difícil encontrar ejemplos prácticos de incumplimiento de la ley que para muchas personas ya se nos ha hecho cotidiano ver en las calles; y lo mas preocupante es que al acostumbrarnos a ello, nos hacemos parte de ese sistema que tanto repudiamos.
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