Bastaron pocas palabras. Para qué sirvan las horas perdidas en el tiempo, si con una sola mirada y un gesto agradable le bastó para darle color a aquella mañana tan gris como las de siempre. El trafico insoportable, riñas y roses, gritos desafiantes, todo se nubló cuando aquella chiquilla de zapatos en punta y blusa lila dirigieron su mirada hacia el muchacho distraído. Todo perfecto, cada cosa en su lugar, ningún detalle escapaba a la típica mañana de desorden y caos vehicular.
En eso la vi, me vio, nos miramos y en un suspiro se fue el mundo, tal vez sea mi imaginación, pero así quiero creerlo. Amigo, te cojo la mochila?, fueron las palabras que detuvieron el tiempo. Que finura la de ella, me atrapó, me llevó y me trajo otra vez a la realidad en sólo 10 minutos A primera vista, dicen algunos, yo no lo creo. Aunque a partir de ahora puedo ponerlo a discusión.
Lastima, la impresión fue muy grande, ¿la volveré a ver? A partir de ese día fijo mi mirada en cada bus que se aproxime cuando las condiciones son las mismas que las de ese extraño día.
Se extravió en la inmensidad,
Tal vez sea mejor así,
Pues su bello recuerdo quedará en mí,
De hoy a la eternidad.
domingo, 20 de julio de 2008
Estar en la Universidad es una cosa de locos??
A pedido del público, aquí está un video de la gentita en el centro de esparcimiento "El Acuario"
¿Es delito violar la ley?
Al parecer esta pregunta sería muy fácil de responder, pues la Constitución Política avala los derechos de los ciudadanos y sanciona el incumplimiento de la ley. Ahora bien, ese libro que muchos tenemos guardado en nuestras bibliotecas, La Constitución Política del Perú, y que algunas veces sacamos para hacer los trabajos universitarios, nos muestran un país utópico y en pleno estado de derecho, sin embargo, el día a día nos demuestra que en nuestra sociedad, fantástica y llena de ilusión, todavía reina la ley del más vivo.
Bien me decían mis abuelos “desconfía y acertarás”, y parece ser este el camino de supervivencia que un ciudadano debe seguir para no ser presa de todos los males sociales que aún subsisten no sólo en la “tres veces coronada” o simplemente Lima “la horrible”; sino que también, se manifiestan en todo el país. En metrópolis como la nuestra es fácil encontrar situaciones que nos indignan al primer instante, buses que cobran precios injustos, policías corruptos, delincuentes en las esquinas, instituciones desesperadamente burocráticas; en fin, seguramente me estoy olvidando de muchas otras cosas que a más de uno le ha sucedido; aunque mi intención tampoco es generalizar, es lamentable las personas de buen corazón cada vez sean menos.
Cambios? Sí, siempre se hablan de cambios en las estructuras políticas y sociales, pero lo que nadie nos puede explicar es cómo se podrán dar dichos cambios en una sociedad tan corrupta y estratificad como la nuestra. Empezando por arriba, ni el mismo Gobierno se cree lo que tanto pregona: “el boom económico”; o tal vez sí, y es peor aún, el boom económico para las clases altas que desde los inicios de la República no han hecho más que darse la posta en el manejo del Estado. Y cómo no mencionar a los congresistas, pero sólo mencionarlos, porque enumerar los abundantes casos de corrupción que sobre ellos recae implicaría pasarnos escribiendo varias páginas con las “vergonzosas hazañas” protagonizadas por aquellos que se hacen llamar “padres de la patria”.
Si seguimos bajando en esta escala, no será muy difícil encontrar ejemplos prácticos de incumplimiento de la ley que para muchas personas ya se nos ha hecho cotidiano ver en las calles; y lo mas preocupante es que al acostumbrarnos a ello, nos hacemos parte de ese sistema que tanto repudiamos.
Bien me decían mis abuelos “desconfía y acertarás”, y parece ser este el camino de supervivencia que un ciudadano debe seguir para no ser presa de todos los males sociales que aún subsisten no sólo en la “tres veces coronada” o simplemente Lima “la horrible”; sino que también, se manifiestan en todo el país. En metrópolis como la nuestra es fácil encontrar situaciones que nos indignan al primer instante, buses que cobran precios injustos, policías corruptos, delincuentes en las esquinas, instituciones desesperadamente burocráticas; en fin, seguramente me estoy olvidando de muchas otras cosas que a más de uno le ha sucedido; aunque mi intención tampoco es generalizar, es lamentable las personas de buen corazón cada vez sean menos.
Cambios? Sí, siempre se hablan de cambios en las estructuras políticas y sociales, pero lo que nadie nos puede explicar es cómo se podrán dar dichos cambios en una sociedad tan corrupta y estratificad como la nuestra. Empezando por arriba, ni el mismo Gobierno se cree lo que tanto pregona: “el boom económico”; o tal vez sí, y es peor aún, el boom económico para las clases altas que desde los inicios de la República no han hecho más que darse la posta en el manejo del Estado. Y cómo no mencionar a los congresistas, pero sólo mencionarlos, porque enumerar los abundantes casos de corrupción que sobre ellos recae implicaría pasarnos escribiendo varias páginas con las “vergonzosas hazañas” protagonizadas por aquellos que se hacen llamar “padres de la patria”.
Si seguimos bajando en esta escala, no será muy difícil encontrar ejemplos prácticos de incumplimiento de la ley que para muchas personas ya se nos ha hecho cotidiano ver en las calles; y lo mas preocupante es que al acostumbrarnos a ello, nos hacemos parte de ese sistema que tanto repudiamos.